martes, 20 de julio de 2010

Mensaje subliminal de un señor diputado

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martes, 20 de julio de 2010

por Tito Alvarado (Canadá)

Con una muy modesta cuota de esperanza leí el discurso de un señor diputado, que también es un señor presidente, a poco andar confirmé que mi esperanza no correspondía a nada que corroboraran sus palabras, dichas en un parlamento que no tiene ninguna perla a su favor.

Confieso que ya nada se puede esperar de alguien que está en la tarea de pavimentar el camino del infierno. Sus buenas razones nada, absolutamente nada, tienen que ver con la realidad de los de abajo, los mismos que en su desesperación se aferran a buscar soluciones en el alto cielo o en las pasajeras alegrías que pueda brindar un equipo de jugadores que no luchan hasta el final o en las notas falsas que pueda brindar una pena ahogada en alcohol. Pero hay los pocos que luchan y por ellos levanto hoy mi voz contra el viento.

Le mandé tres frases a diez compañeros, inquiriendo su opinión, diez chilenos en distintos puntos del planeta, de la realidad nacional y de la acción socio política. Solamente de uno recibí respuesta. Señal de que estos tiempos están para pan quemado. Que nueve hayan preferido la comunicación del silencio, nos dice que o ya no se tiene capacidad para analizar lo bien o mal que otro expresa su pensamiento o que no se sabe ni se quiere saber hacia donde va la micro o que cada uno está en su propio drama, sin tiempo para buscar soluciones de conjunto.

Las frases que copié, del discurso de un señor cuyo nombre no quiero escribir, son las siguientes:

“Creemos en una democracia participativa y popular, pluralista e independiente de ingerencias imperiales.

Somos un partido de arraigo nacional, que a pesar de los intentos por exterminarnos, de los terrorismos de Estado y los genocidios, sobrevivimos y miramos el futuro con alegría y esperanza cierta. Si bien es difícil la reconciliación, pensamos en el reencuentro de las chilenas y chilenos como algo necesario y posible.”

Dos párrafos, tres frases y una maraña de ideas confusas. Es la forma ambivalente de hablar del modelo, queriendo ocultar algo y dar a entender otra cosa o al revés, salvo que a veces las palabras traicionan al que las emplea, con más torpeza que habilidad.

Al silencio de mis amigos responderé con esta nota. A esta cita del discurso del que no quiero nombrar responderé con un breve análisis.

La primera es toda una frase para el bronce, que pretende decir mucho, pero en realidad dice poco, casi nada. Parte con un “Creemos en”, como para decirnos que hay un colectivo, un conglomerado de voluntades que comparten una visión. Sería hermoso que así fuera, pero eso es más bien un objetivo a conseguir, que una realidad. Para que el “Creemos” sea verdad se necesita que todos los que son parte de ese colectivo, de ese partido político, piensen lo mismo, y para que esto sea así, ese partido debe ser de hecho una democracia participativa. Lo es en la tarea, no lo es en la decisión del rumbo a seguir. Lo es en una cultura de acción, una forma de defender y defenderse dejando de lado los objetivos de hacer del partido una herramienta para conseguir un fin: el socialismo, no lo es lo substancial del día a día. El supuesto objetivo está alejado de la práctia, ya no se lucha por el cambio revolucionario. Hoy este partido es un fin en sí. El partido todo delega en un Comité central, que a su vez delega en una Comisión política y esta delega en un Presidente, que para mayor desgracia no tiene mucha capacidad para decir claramente lo que el supuesto colectivo quiere.

¿Quién designa los candidatos a cualquier puesto de representación? Lejos estamos de lo que es el partido de la revolución cubana, allí los candidatos a representante se designan en asambleas de ciudadanos, el partido no designa candidatos a nada. Eso de participativa y popular, pluralista e independiente es paja al vuelo, palabrería que no agrega nada. Si propiciamos una democracia que sea distinta de la democracia del sistema de los patrones, elegir cada cierto tiempo sin derecho a nada más, es decir elegir a quien nos domine a su antojo y perversa habilidad, lo más que podemos decir es que creemos en una democracia participativa. Y esto solamente para darle un nombre que sea contrapuesto a la idea de democracia que impone el sistema.

Es con las palabras que debemos llegar al corazón de la gente, partiendo de sus problemas reales y entregando soluciones. Por más que le agreguemos adjetivos a la palabra democracia no lograremos que esta diga nada si no logramos que la gente lo vea con el ejemplo que demos nosotros en todo momento. Hace rato que en Chile muchos partidos son una escoba vieja, hace rato que la izquierda reformista se ha acoplado al sistema y esgrime sólo palabras, sin que estas demuestren la esencia inhumana del mismo.

Nuestro concepto de democracia debe, en primer lugar, ir acompañado de hechos, de capacidad para escuchar a los otros, de capacidad de diálogo con todos, de capacidad para poner en práctica lo que se resuelva junto a otros, me parece que esta no ha sido la característica de la actual dirección del partido que hace poco celebrara 98 años de lucha para llegar a muchos lados y a ninguno.

Confieso que no logro entender eso de democracia pluralista. Este pudíera ser el meollo, ¿se trata de ir armando un discurso que intente incluir a todos, es pura palabrería o se intenta darle otro sentido a la palabra democracia? Una democracia verdadera no puede no ser pluralista en el sentido que el pueblo mismo está compuesto de individuos y colectivos de opinión e intereses, diferentes unos de otros, es decir la sociedad es plural. La democracia que corresponde a ese pueblo no puede no ser pluralista. Como vemos en Chile, habrá muchos partidos, pero en esencia la democracia es dualista.

Lo de independiente es ya más bien una categoría económica, se es independiente en la medida de que se es económicamente autónomo, y también es una categoría ideológica, pues para ser independiente hay que atreverse a desafiar todos los poderes. Me parece que el conglomerado que representa tan bien o tan mal el señor diputado no es independiente, pues ha logrado llegar el parlamento gracias a una dependencia de otro conglomerado, al que se les vendió la idea de que en los lugares de la omisión se conseguiría copar los dos cupos que allí se eligen, según la reglas fijadas por la dictadura. El doblaje no ocurrió y nadie dijo nada. Se impone el Síndrome de Santiago: decir hay una cosa y mañana olvidarla y decir otra, acomodamos el pasado al presente o acomodamos el presente a un pasado, según el momento, desligándolo de todo lo que sea espinoso, confrontacional, poco importa que la verdad sufra una torcida de cuello.

La primera frase del segundo párrafo que analizamos es digna de elogios, parte de una verdad y llega a una conclusión falsa. Es verdad de que en los casi cien años este partido ha sido parte de todas las luchas por la justicia social, como también es verdad que ha propiciado muchas soluciones que no han permitido llegar a esos mismos objetivos, pues en el fondo siempre se ha dependido de otros. La única vez que estuvieron cerca de tener su fuerza propia, se movieron hilos desde dentro y desde fuera para que entre gallos y medianoche el partido de deshiciera de esa fuerza, de esa política, de esa posibilidad real de conquistar el poder y transformar de raíz la sociedad. Luego agrega: “miramos el futuro con alegría y esperanza cierta.” Suena tremendamente lindo, hermoso, pero tengo mis dudas de que los trabajadores despedidos digan lo mismo; de que los hombres y mujeres del Chile del Terremoto, las víctimas de siempre, digan lo mismo; de que los deudores habitacionales, la gran masa de trabajadores que sobrevive con un indigno sueldo de miseria, digan lo mismo. El Chile de ellos es un Chile de permanentes dolores y estos dolores no están lejos de lo político, es más estos dolores condicionan lo político: o enfrentamos las soluciones ahora o nos escudamos en evasivas posponiéndolas. ¿Qué alegría puede irradiar el futuro de un país que no tiene futuro? Cuando en el valle del Huasco deje de correr el agua, pues la Barrick Gold ha sacado el oro y ha logrado derretir los glaciares, no habrán viñas, no habrá pisco, no habrá nadie que pueda sobrevivir allí, en ese futuro no hay alegría. Salvo que el señor presidente nos este diciendo de que su partido logrará elegir más diputados en la próxima elección o que luego serán parte de una concertación ampliada y renovada o cosa por el estilo, mientras los pobres siguen su drama de no tener otro futuro que no sea la continuación de su drama.

La última frase de estas tres es de patología. Nada tiene que ver con lo anterior ni con lo que dijo después. Se supone que quien las dijo, o las escribió, es, además de todo lo bueno que de él se pueda decir, escritor. Lo cual nos hace presumir que el hombre sabe poner palabras juntas y se entiende que sabe la regla de que un punto seguido es la continuación de una idea expresada antes. Lo que se dice acerca del arraigo del partido y de cómo este mira el futuro no tiene nada que ver con la frase que continúa el párrafo, esto desde el punto de vista gramatical. Lo peor es que es un mensaje subliminal. Una frase suelta, puesta allí como al descuido y que nos anuncia una verdad sin más argumentos. Como se decía en mis años de plena juventud: la esencia de la papa y la papa misma, lo que se busca es incertarse en el sistema blanqueando el pasado revolucionario del partido, acomodando un pasado glorioso a las bajezas actuales. Borrando de su historia las partes donde este partido se la jugó por los cambios que el país necesitaba para ser de verdad un país independiente y con una democracia participativa, por ponerle un apellido a la democracia que la acerque a los intereses de las personas que de verdad hacen el país, sus trabajadores. Nos habla de la reconciliación, ¡putas qué hace calor aquí! Le pregunto a los familiares de Pedro Merino, joven comunista, torturado y asesinado en la ex Colonia Dignidad, si estarían dispuestos a reconciliarse con los asesinos de Pedro. A los hijos de Gladys Marín les pregunto si es posible reconciliarse con los asesinos de su padre. A los familiares de Marta Ugarte les pregunto si se reconciliarían con los torturadores, con los violadores, con los asesinos, con los que la tiraron al mar, como si fuera un desecho inmundo y no el ser humano maravilloso que era. Mi segunda pregunta sería si entendemos que ¿reconciliación sin justicia es nada más ni nada menos que el perdón de lo imperdonable?

Hablar de reconciliación sin que todos los crímenes sean aclarados ni los criminales reciban una justa condena a su crimen impresciptible, es simplemente sumarse al discurso de los asesinos.

Si mil veces venceremos, como dicen los mapuches, mil y diez mil veces digo no, Yo no tengo ningún familar asesinado por la dictadura militar, pero sé del dolor que esos crímenes han producido en las familias de mis amigos y sé del dolor de ya no ver a mi gente, a mis compañeros que “son más hermanos que mis hermanos” Eso no se lava con olvido, pedir algo así es pedir que mañana nos vuelvan a derrotar si nos diera la locura de intentar tomar el poder para ejercerlo en beneficio de la mayoría y de los intereses del país.

Ahora solamente queda saber si los comunistas que están es su casa seguirán estando allí haciendo posible que esto ocurra, si los que militan con este señor gordito piensan de verdad que es la hora del olvidar lo inolvidable y perdonar lo imperdonable. Chile merece otro futuro y este depende de nuestras acciones de hoy.

* En estos momentos quince senadores de Chile han propiciado un problema en vista a que la oposición en Venezuela gane la elección. Sé que este presente artículo está atrasado y que el señor diputado, autor del desquicio que comento, ha tenido el mérito de levantar una voz de discordia contra quince lamebotas. Nada de eso desmerece el presente análisis, sin embargo, lo nuevo amerita otro artículo y en eso estamos.

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