Lunes, 19 de Julio de 2010
La ingeniera en minas Elena Alonso, fue una de las disertantes de la capacitación para docentes que se dictó en el mes de junio en la localidad de Gobernador Gregores.
Alonso es la tercera ingeniera de su especialidad recibida en el país, y en la actualidad se dedica a investigación y docencia, trabajando en la consultora Ambiental, que actúa, entre otras actividades, como evaluadora para el gobierno de San Juan.
La profesional hizo un paralelismo entre lo que es la vieja y la nueva minería. “La primer diferencia es que la vieja minería se basaba en sacar lo que servía de la tierra sin ningún tipo de métodos, ni evaluación previa del depósito en sí mismo, ni del medio ambiente que lo rodea. Las empresas veían una veta de oro y la sacaban. Incluso muchas minas se arruinaron porque sacaron los recursos sin ningún método y dejaron encerrados gran parte de los materiales por la mala explotación”, explicó, agregando que “no se preocupaban ni por su economía, ni por planear la producción, ni mucho menos por el medio ambiente. De hecho, la preocupación ambiental es bastante reciente”.
Por el contrario, según detalla, la nueva minería evalúa, planea, y trata de explotar un depósito en una forma racional y responsable, que dé el máximo de ganancia económica y que permita no dejar pasivos ambientales, finalizando los proyectos en una forma ambientalmente segura”.
“La minería se puede realizar como cualquier actividad del hombre; de forma responsable o de forma irresponsable Si se hace irresponsablemente, se dejará pasivos ambientales, habrá accidentes, no le dejará nada a la comunidad en la que trabaja. Sin embargo, si se hace en forma responsable se dará el resultado inverso. Hay situaciones que son inherentes a la minería, pero toda actividad humana tiene un impacto. Desde la construcción de una casa, donde se sacó vegetación, se armaron los cimientos, se utilizaron materiales de cantera, etc. hasta la utilización del menor de los elementos hogareños. Impacto ambiental hay siempre, pero se habla sólo de los negativos, pero poco se habla de los positivos, a nivel socioeconómico, que producen una mejora sustancial en la calidad de vida de la gente involucrada. Por ejemplo, en Buenos Aires no existe una hectárea que se mantenga como era cuando llegaron los españoles. Ya sea por la ganadería, la agricultura o las industrias, se ha impactado todo el ambiente”.
“La minería tiene efectos positivos que pueden ser gran alcance. Contrariamente a lo que se dice, no afecta la vegetación, sino sólo donde se instala el proyecto, ni afecta los animales porque la norma es que existe prohibición de alimentar, cazar o relacionarse con ellos para evitar cualquier tipo de alteración”.
“En San Juan, por ejemplo, realizamos un censo de guanacos en el que se detectó un incremento del 30 por ciento, ya que en toda el área de influencia existe vigilancia para cazadores furtivos”.
Finalmente, la profesional explicó que la nueva minería puede convivir con otras actividades como la agricultura y la ganadería. “De hecho existen numerosos proyectos en el que los superficiarios comprobaron que esto es factible; en el caso de San Juan tenemos una convivencia fantástica, porque la minería encuentra sus yacimientos en zonas cordilleranas o desérticas que no tiene un suelo apto para la agricultura. No hay superposición de actividades y no hay razones para que no exista una mina”, sostuvo.
Finalmente, Alonso pudo explicar cuáles eran sus sentimientos respecto al interés que le despierta este tema. Sostuvo que “a pesar de que dicen que la minería va en la sangre, comencé con esta carrera sólo porque me interesó y a pesar de que hay pocas mujeres en el rubro, estudié y tuve muy buena acogida por parte de compañeros y profesores”, concluyó.
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