Viernes 16 de julio de 2010
El ex presidente, que maneja los hilos del gobierno nacional, es el maestro de las estrategias oscuras, pero nada podría lograr si no hubiera en el país una oposición con menor grado de convicción política que la que tenemos y con tan poca capacidad para analizar las estrategias duras del gobierno, de quien todavía siguen creyendo que son un conjunto de pingüinos muertos de fríos que llegaron del sur (solo) para aumentar sus patrimonios (entre otras cosas). En honor a la verdad, creo que por este camino, como dice Aníbal Fernández “hay Krichner para rato”.
Lo que logra Kirchner con los opositores del gobierno es único: los destapa, los descubre, les quita la máscara, los dejan en permanente off side, haciendo lugar al argot futbolero; ya lo dije en otras oportunidades y quiero reafirmarlo en ésta, el ex presidente tiene (como ningún otro político que haya conocido) la capacidad de exponer al natural la esencia de cada uno de aquellos que se relacionan de una u otra manera con el poder, como aliado o como opositor, sean políticos, periodistas o empresarios.
Para corporizar la idea de lo que hace Kirchner con la oposición, creo que la mejor imagen es la de los autitos chocadores en la pista loca de un parque de diversiones. Cuando uno llega ve a todos los autitos alineados y silenciosos. Cuando los montan grandes y chicos, se transforman en bólidos erráticos, sin coordinación, que no pueden ser conducidos sin colisionar con otros y que finalmente todos, excepto el que los maneja en una pequeña cabina desde donde le suministra electricidad, quedan dañados y maltrechos, producto de los choques a los que fueron expuestos.
Desde hace un mes o más, la agenda pública y periodística no tuvo otro tema “top” que el del matrimonio gay, hecho claramente importante y decisivo para que se respete el derecho de las minorías en el país. Pero independientemente de la posición ideológica sobre el tema, que aquí no viene al caso, lo interesante de esto es ver cómo el gobierno y particularmente Néstor Kirchner pudo, por un larguísimo tiempo, mantener a la sociedad y a los medios de comunicación no alineados con el FPVS (eso es lo más grave) ocupados gran parte del tiempo en promover el debate intenso que, tal vez por la velocidad con que se manejó, dejó más dudas que certezas.
Kirchner logró que el asunto Venezuela pasara a un tercer o cuarto lugar en la agenda setting, logró quitar la efervescencia popular que levantaban los medios sobre los actos de corrupción liderados desde la cancillería paralela, se comió crudo a los críticos que cuestionaban la alta traición de Timerman; pasó casi sin darnos cuenta la nueva denuncia sobre el aumento de los 10 millones de pesos de su patrimonio, la guerra en Papel Prensa, el yerro por el ADN fallido de los Noble, el 82% móvil que CFK mira con desprecio, la virtual asociación ilícita entre el poder nacional y el titular de la Barrick Gold y la contrariedad que le produce a la presidenta que un diputado como Bonasso siga insistiendo con cuidar los glaciares y entorpecer los negocios comprometidos con las multinacionales.
La ley del matrimonio gay fue puesta como un verdadero caballo de Troya por un hábil Kirchner que además, obligó a parte de la oposición a apoyarlo en una jugada magistral de exposición de vanidades y debilidades que lo hacen merecedor de los mejores elogios como el gran manipulador político que ha tenido el país desde que el Pocho buscara el exilio en Puertas de Hierro.
Más desacreditados que en la recordada “125” quedó la oposición frente al matrimonio homosexual, que no tuvo más remedio que alinearse con el pensamiento progresista dibujado en el agua por NK, porque entendieron que apartarse de él era políticamente incorrecto. Y así el gobierno capitalizó varios triunfos que se propuso no desperdiciar desde el mismo momento en que salieron a señalar la “transversalidad” que hubo y capitalizaron para sí la decisión de todos aquellos que votaron en sintonía con el mandato K. Claro, que la mayoría explica su voto desde las convicciones personales, pero eso a Kirchner no le importa; él buscaba poner en debate un tema que, como la ley de medios, generara una dicotomía entre los legisladores y sus conciencias y por cierto sabe que muchos de los senadores de la oposición que facilitaron su objetivo, hoy son fuertemente criticados por la misma gente que los votó.
Más allá de la psicología aplicada a la selección de un tema ríspido como éste, Kirchner llevó adelante una impecable tarea de aprietes, pases de facturas, ofrecimientos irrenunciables, promesas de abultados números y logró diezmar la voluntad opositora. Si bien podríamos decir que generalizar es malo, si uno advierte cómo se comportó cada senador en esta coyuntura se da cuenta que ninguno de ellos actuó con inocencia y muchos menos aquellos que pusieron una excusa para esquivarle al bulto.
María Bongiorno había rechazado el matrimonio gay firmando negativamente el despacho de mayoría y cuando se sentó en la banca cambió su voto y dio el sí. A la chubutense Graciela Di Perna no la tuvieron que amenazar para que apoyara al gobierno absteniéndose y la actitud de Reutemann, Adolfo Rodríguez Saa y Juan Carlos Romero que se retiraron del recinto, demostró lo lejos que están de la moral que predican desde sus discursos vacuos y falaces. Porque el hombre público comprometido con el pueblo se queda allí y se expide. No importa si vota de una u otra forma, pero es mucho más frontal y honesto expedir su opinión abierta que escapar por los fondos a la obligación asumida de trabajar para lo que lo eligieron. Entre las paredes del Congreso ya se sabe que no se fueron por falta de voluntad, sino para ser decididamente funcionales al gobierno.
Lo de Carlos Menem, podríamos decir que “Kirchner lo hizo”. Un hombre desgastado, en el ocaso de su vida, que no debiera estar allí donde su pueblo lo puso, genera más pena que bronca, pero igualmente la mano ruda de NK, que no perdona ni se compadece, aplastó a su visceral enemigo, aquel que fue el ejecutor de los padecimientos de todos los argentinos según el discurso oficial, pero que hoy, como necesita utilizar sus bueno oficios en el Senado, le canjea votos o rabonas al recinto, por promesas de impunidad. Carlitos no estuvo a la hora de votar; obviamente, se sentía algo descompuesto.
La estrategia inteligentemente urdida por Néstor estuvo presente hasta en los mínimos detalles y sabiendo que Morena Riofrio (FPV San Juan) y Ada Iturvez de Capellini (Frente Cívico Sgo del Estero) eran dos blancos duros de batir porque conceptualmente ambas consideraban al matrimonio gay en las antípodas de sus convicciones religiosas, las invitó a viajar con Cristina a China; ¿Para qué fueron estas dos senadoras con la presidenta a Asia?. No importa, la respuesta quedará entre velos de sospecha como queda la conducta de ambas que prefirieron embarcarse en un tour a la Muralla antes que cumplir con su obligación como legisladoras.
Kirchner, nuevamente, las desnudó (metafóricamente hablando) ante la sociedad que no entiende porqué se ausentaron, excepto claro, para escaparle al compromiso de votar. Ellas (Riofrio y Capellini) nunca pensaron que la gente jamás se comería el zapo de que ambas eran indispensables en la comitiva, sino que todos pensaríamos (como pensamos), que fueron manipuladas para que no estuvieran presentes y ellas accedieron, creyendo que de esta manera se liberaban de culpas y tenían la excusa exacta para zafar. Error, ni una cosa ni otra. Lo que sí quedó claro es que Kirchner puso blanco sobre negro y destapó sus hipocresías y logró una suerte de “escrache pasivo” del cual, seguramente, les va a ser muy difícil regresar.
Después, la troupe Radical con Gerardo Morales, Nito Artaza, Alfredo Martínez, Ernesto Sanz y Oscar Castillo, entre otros, jugaron un papel realmente empobrecedor para sus aspiraciones personales y la de su partido. Es cierto que al menos estuvieron allí y es posible que el voto afirmativo de todos ellos haya sido desde la convicción personal que tienen sobre el tema; pero como el argumento de este sainete fue escrito, dirigido y ejecutado por el inefable ex presidente argentino, quedaron atrapados en la telaraña de la duda, que bien sabe tejer el santacruceño más famoso, que tiene la capacidad de hacerlos sentir mal, aún, cuando hayan hecho lo correcto. Esta es una habilidad innata que tiene Kirchner para dejar descolocado a sus oponente y surgir él por sobre los demás como el padre de la derrota a toda la oposición.
Queda claramente evidenciado que en inteligencia política Kirchner le lleva varios cuerpos a cualquiera de sus presuntos adversarios y es claro que toda la oposición parlachina y diezmada, no representa un peligro para sus aspiraciones de continuar con un gobierno a su medida en el 2011.
Las reservas van en alza, logrando un histórico proceso de acumulación, el país aún resiste el coletazo de la inflación que de a poco come los sueldos pero que Moreno, entre piña y piña, se encarga de mantener engañado a través del INDEC dibujado. Todo parece transcurrir lentamente en un país que tiene crisis cíclicas y ha dejado en la ruina a la mayoría de los argentinos. Y Kirchner se prepara para competir el año que viene; mira hacia atrás y recuerda el 28J y le aumenta la gastroenteritis que sufre, pero inmediatamente mira al presente y sonríe ¡Cómo no va a sonreír! No hay nada que frene su impulso. No hay nadie en el horizonte político que no pueda ser expuesto como trofeo de caza y día a día Kirchner sale a cazar. Logra cazar incautos, corruptos, “panqueques”, interesados, débiles, indecisos, chupamedias, perdedores e inseguros, muchos de ellos escondidos bajo distintas pieles (políticos, empresarios, periodistas, senadores, diputados, gremialistas) y a todos los lleva hasta el límite, los somete, los presiona, los expone y finalmente logra que muestren los peor de sí mismos y se suiciden con sus propias acciones, como lo hicieron muchos senadores en las últimas horas; los mismos que en un corto tiempo más veremos y escucharemos en múltiples programas de la TV nacional, hablando de las férreas convicciones que tienen para derrotar al krichnerismo en el 2011.
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