Vie, 25-06-2010
Julia Gillard dijo que moderará el impacto del plan de su antecesor de imponer un nuevo impuesto de 40% al sector que había congelado las inversiones.
La abogada de origen galés Julia Gillard, que ayer se convirtió en la primera jefa de gobierno de Australia luego de que su partido echara al primer ministro Kevin Rudd y la eligiera para reemplazarlo, ofreció "moderar" el impacto del polémico aumento de 40% a las regalías mineras que estaba previsto poner en marcha a partir de 2012. El plan impulsado por Rudd era ampliamente resistido por la empresas del sector que habían congelado inversiones por 20.000 millones de dólares, en el país con mayor producción minera del mundo. Entre las que adelantaron que no invertirían en Australia se encontraba la Barrick Gold y Xtrata de las empresas con fuerte presencia en San Juan. La oferta de la nueva Primer ministro de sacar por consenso el aumento abre una puerta a la solución del conflicto ya que las mineras estarían dispuestas a pagar una pequeña suba de las regalías o "superganancias" como la llaman en Australia. Las mineras respondieron al cambio de liderazgo con la suspensión de una multimillonaria campaña publicitaria contra el gravamen y celebrando el tono conciliatorio de Gillard. "Esperamos trabajar con el Gobierno en este nuevo camino para encontrar una solución que esté en el interés nacional", dijo un portavoz de BHP Billiton, de capitales asutralianos y la mayor minera del mundo. Sin embargo, las mineras también se mantuvieron firmes en su posición de reducir la tasa de impuesto titular del 40% y doblar el margen de ganancias para cobrar impuestos a un 12% desde el 6% actual. La sola propuesta de poner paños fríos a la presión sobre la minería también se sintió inmediatamente en los mercados. El dólar australiano saltó brevemente después del cambio de liderazgo, mientras que las acciones de BHP Billiton, y de Río Tinto subieron cerca de un 2%. Además, de achicar el impacto del impuesto a la mineras, la nueva jefa de Gobierno prometió revivir un plan de comercio de derechos de carbono y llamar a elecciones dentro de meses. La dirigente, pelirroja y de 48 años de edad, fue elegida sin oposición en una votación sorpresiva de su Partido Laborista convocada horas antes, tras decir que no podía quedarse "sentada" mientras Rudd perdía apoyo y ponía en riesgo al gobierno y las chances electorales del partido. Rudd, cuya popularidad se desplomó en los últimos meses, decidió no presentarse como candidato en la votación, y anunció su decisión entre lágrimas ante periodistas en Canberra. "Pedí a mis colegas un cambio de liderazgo porque creo que el gobierno estaba perdiendo su rumbo y corriendo riesgos con vistas a las próximas elecciones", previstas para este año, dijo Gillard, citada por la cadena de noticias BBC. La dirigente de centroizquierda prometió buscar una revalidación popular de su mandato en los comicios y comenzar a dar marcha atrás con las medidas que hundieron a Rudd . Los acontecimientos políticos coronaron el notable ascenso de Gillard, quien emigró de Gales en 1986 y fue ganando terreno en su partido pese a enfrentar críticas por su falta de acento australiano, su soltería y su falta de hijos. La dirigente de origen británico, conocida por su sagacidad y elocuencia, se forjó una reputación como formidable oradora parlamentaria desde que se hizo cargo de los exigentes Ministerios de Educación y Trabajo y luego de la vicejefatura de gobierno. |
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