lunes, 5 de julio de 2010

Yo tengo una mina

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Presidente Barrick Gold

TEMA DE PORTADA EDICION JULIO 2010

Aaron Regent, Presidente de Barrick Gold mundial, habla en exclusiva con Mercado sobre la mina de oro de Pueblo Viejo y la controversial inversión multimillonaria de la compañía que dirige.

Dice un proverbio inglés: “Cuando tenemos oro vivimos con miedo, cuando no tenemos oro vivimos en peligro”. De acuerdo con las memorables declaraciones que Juan Bosch diera en 1982, nuestro caso debería ser el primero: “… en vez de vender el oro y la plata que sacamos de la mina de Pueblo Viejo, de Cotuí, en US$ 662,700,000 debimos haber utilizado esos metales en hacer joyas para venderlas aquí y en países extranjeros, en dólares, no en pesos dominicanos, lo que habría significado que esos US$ 662,700,000 se quedaran convertidos en RD$ 3 mil millones 400,000”. Luego advirtió: “… clávense esos datos en la frente para que se den cuenta de todo el dinero que perdió la República, y con ella ustedes, los que forman el pueblo dominicano. Convirtiendo el oro y la plata de Pueblo Viejo de Cotuí en joyas habríamos dispuesto de dólares hasta botar”. Y sentenció: “Esa mina la puso Dios en el camino del pueblo dominicano para que resolviera sus problemas económicos y lo ayudara a salir de la pobreza”.

Pero, al parecer, la sentencia de Bosch quedó en el olvido, porque el oro de Pueblo Viejo ha sido concedido a través de un contrato de desarrollo y explotación de la mina a la empresa multinacional de origen canadiense Barrick Gold, a través de una subsidiaria creada específicamente para estos fines.

De acuerdo con un artículo de Brian O´Hara, nuestro país será el hogar de “uno de los proyectos mineros más grandes del mundo actualmente en construcción, localizado a unos cien kilómetros al noroeste de la capital de Santo Domingo, un joint venture compuesto por un 60% de Barrick Gold Corp., el operador, y 40% por Goldcorp Inc.,. Pueblo Viejo tiene 22.4 millones de onzas de reservas probables y comprobadas de oro, y se espera que la producción comience en el cuarto trimestre de 2011, a una tasa de un millón de onzas por año a un costo de US$ 275-300/oz de oro”.

“El proyecto Pueblo Viejo en República Dominicana está avanzando en tiempo y en línea con su presupuesto de capital de pre-producción ascendente a US$ 3 mil millones. La construcción general completa en un 20%, con la producción inicial anticipada al cuarto trimestre de 2011. A finales del primer trimestre, aproximadamente dos tercios del capital había sido dedicado y la ingeniería y contratación de los contratistas mayores está lista en un 90%”.

“En abril de 2010 Barrick y Goldcorp finalizaron las negociaciones de inversión de US$ 1,035 billones (sobre la base de 100%) en el financiamiento del proyecto de Pueblo Viejo”, reza el prospecto de 2010. El sindicato que prestará el dinero está compuesto por instituciones financieras internacionales, incluyendo dos agencias crediticias a las exportaciones y un sindicato de bancos comerciales. “El financiamiento estará dividido en dos partidas, una de US$ 775 millones y otra de US$ 260 millones, en tenores de 156 y 12 años, respectivamente, a tasas atractivas”. Pero el problema es otro: en primer lugar, la famosa lectura del proyecto en el Senado de la República Dominicana, que no fue ponderado de la manera adecuada (o que no fue leído del todo), y que levantó la indignación general una vez se hizo público. En segundo lugar, las condiciones onerosas de dicho contrato (mediante el cual el Estado Dominicano percibiría un magro porcentaje de las ganancias una vez comience la producción de extracción de oro). El desalojo de más de 600 familias que habitan los terrenos donde se encontrará la mina (contra lo cual tenemos el argumento de la reubicación de dichas familias, la provisión de empleos y servicios comunitarios similares a los que Barrick Gold ha establecido en Perú y muchos otros países donde mantiene operaciones) y, sobre todo, el potencial daño irreversible al medioambiente, las cuencas y cursos de los ríos que sirven como alimento de los cultivos en los terrenos que los circundan, una de las regiones más ricas de República Dominicana.

Pero antes es bueno saber quién es Barrick Gold. Barrick Gold es una empresa operadora de minas en 27 países alrededor del mundo. En pocos años de gestión se ha convertido en la más grande frente a sus competidoras. También es la más rentable y uno de los conglomerados más jóvenes del área (fue fundada por Peter Munk, en 1983, un hombre de quien se decía que su mejor y más valioso activo era la perspicacia financiera en vez del instinto para buscar oro).

Solo cuatro años después de su fundación Barrick Gold compró Goldstrike (1987), por US$ 62 millones (una suma calificada de astronómica en aquel entonces). El racional de dicha compra dictaba que las reservas de oro de la empresa podrían duplicarse, y alcanzar 1.2 millones de onzas de oro. Para 2006 las reservas y la producción de Goldstrike sumaban, de acuerdo con el “brief” corporativo de Barrick Gold, “aproximadamente un total de 45 millones de onzas, y seguían aumentando”. En 1994, Barrick Gold adquiere AC Minerals Ltd., y Arequipa Resources Ltd.; en 1996 se expande hacia América del Sur, compra Lac Minerals (con lo que se hace propietaria de El Indio, en Chile, y adquiere un 40% de interés en Veladero, de Argentina, además de propiedades de exploración en Perú, incluido Pierina). Cuatro meses después le empresa había confirmado reservas de 6.5 millones de onzas de oro. A los dos años de la noticia Barrick tenía una nueva mina en producción.

Durante su historia Barrick ha sido todo menos incoherente: su estrategia de crecimiento y permanencia en el negocio ha sido siempre la misma. En primer lugar, “inversión permanente en exploración y desarrollo”. Luego, “un enfoque en desarrollo basado en distritos, para así optimizar reservas en franjas de oro que parecen ser muy buenos prospectos”, y en tercer lugar, “adquisiciones y fusiones disciplinadas”.

Declaraciones estratégicas que ejemplifican lo que sigue en la historia de rentabilidad de Barrick Gold: la compra de Sutton Resources en 1999, con propiedades mineras en Tanzania que incluyen el depósito Bulyanhulu, el cual aumentó sus reservas de oro de 3.8 a 10 millones de onzas en 18 meses (la mina empezó su fase de producción en 2001). Un año después (2000) Barrick adquiere Pangea Goldfields Inc., con propiedades de exploración en Tulawaka, Tanzania. En 2001 Barrick se funde con la minera Homestake, la cual poseía minas en Norteamérica y Suramérica, además de Australia. Esta compra ayudó a Barrick a sentar las bases “para el cambio organizacional de 2003, cuando pasó de un modelo centralizado a una plataforma descentralizada, conformada por unidades regionales de negocios”, continúa diciendo el “brief”. Barrick Gold desarrolló, en paralelo, sus nuevos paquetes de minas: Tulawaka, en Tanzania, Lagunas Norte, en Perú, Veladero en Argentina, Cowal en Australia (las tres primeras iniciaron operaciones en 2005 y la última a principios de 2006).

Finalmente, en enero de 2006, Barrick concluyó un acuerdo amigable con Placer Dome, “una adquisición cuyos activos complementarios mejoraron posteriormente la posición de la empresa en América del Norte, tanzania y Australia”. Con Placer Dome Barrick llegó a Papúa, Nueva Guinea, y Sudáfrica, y “prácticamente duplicaron el tamaño de nuestro equipo a nivel mundial”.

Las últimas han sido el controversial proyecto minero de Pascua Lama, en la frontera de Chile y Argentina, Cerro Casale (también en Chile, de la cual adquirieron el 25% de Kingross Gold Corporation por una cotización en efectivo de US$ 454 millones). A marzo 2010 Barrick Gold tenía el rating crediticio más alto de la industria aurífera de todo el mundo, con un balance en efectivo de US$ 3.5 mil millones, con un radio de capitalización de 0.14. A pesar de la rentabilidad evidente de Barrick Gold como empresa generadora de riquezas, parece ser que se han ganado el repudio de las comunidades donde se encuentra, en todo el mundo.

El problema es, entonces, histórico: Barrick Gold no lo ha hecho así en lugares como Papúa, Nueva Guinea, donde los ríos circundantes a la Mina Porgera han quedado llenos de sedimento; tampoco ha sido el caso de Marinduque, en las Filipinas (la cual fue operada por Placer Dome, la misma que compró las instalaciones de la Rosario Dominicana y que más tarde fue adquirida por Barrick Gold, la cual heredó múltiples problemas de dicha empresa no solamente aquí, en República Dominicana, sino también en Asia menor, donde las múltiples demandas legales quedan registradas en sus reportes anuales junto a la conclusión, contra demandas, o sencillamente el estado de las negociaciones a que han llegado con los demandantes). Otro caso es el del río Mogpog, y tres años más tarde, el Boac, y todos sus tributarios, en accidentes que han dado al traste con ecosistemas completos en las Filipinas. Esto, sin dejar de lado Chile, con la famosa Pascua Lama y el glaciar que potencialmente se derretiría si la mina comienza a operar, creando el mayor desastre medioambiental jamás imaginado en la región.

Shoshone, en Nevada, Estados Unidos, y Sierra Cortez… es otro tanto en la lista.

Un caso relevante y que registra, en la forma de addendums, la situación de Barrick Gold en todo el mundo, es el del Fondo de Pensiones Noruego, el cual retiró su inversión en Barrick Gold luego de concluir en sus estudios sobre las gestiones de la empresa, que a pesar de lo afirmado por la minera sobre sus prácticas de preservación o restauración del medioambiente, “es probable que esta práctica inaceptable continúe”, y recomendando que “a la luz de las guías y puntos contenidos en el acápite 4.4, este Consejo recomienda que la compañía sea excluida del universo de inversión del Fondo de Pensiones Gubernamentales-Global, debido al riesgo inaceptable de contribuir al actual y futuro daño medioambiental severo”, que la empresa está infligiendo donde quiera que se encuentra.

Finalmente, la Declaración del Oro, por medio de la cual empresas desarrolladoras de productos derivados del oro, joyeros de nombradía mundial, han renegado públicamente de los métodos de los grandes conglomerados mineros, afirmando que no comprarán oro a estas empresas si no abandonan sus prácticas de extracción profunda de oro, cambiándolas por otras de menos presupuesto y por lo tanto menos dañinas para el medioambiente.

Por razones de espacio no podemos continuar citando fuentes en este sentido.

La Internet está llena de reportes, protestas e informes sobre los daños acarreados por las operaciones mineras no solamente de la Barrick Gold en todo el mundo, sino de todas las empresas que extraen oro, y de la avidez exacerbada de éstas a la hora de vampirizar el tercer mundo.

El sudor del sol

Aaron Regent tiene 43 años y es el Chief Operating Officer de Barrick Gold. Su trayectoria profesional como contador público autorizado lo ha llevado a ser presidente y CEO de Falconbridge Limited de 2002 a 2005; anteriormente fue vicepresidente y Chief Financial Officer de Noranda Inc., vicepresidente senior de desarrollo corporativo en Edper Brascan Corp., y presidente ejecutivo en jefe de Trilon Securities Corp.,. A todas luces, se trata de un joven ejecutivo curtido en las lides de las grandes corporaciones, las grandes responsabilidades, las grandes hojas de balance en moneda extranjera.

Cuando empezamos la entrevista que nos diera, en exclusiva (Regent no da entrevistas) para esta edición, el ejecutivo parece tener urgencia en abordar los temas contenidos en la agenda de conversación que envié a Barrick Gold con semanas de anticipación. “Estamos orgullosos de nuestra industria y del trabajo que hacemos”, dice Regent, quien se acompaña de su director de comunicaciones corporativas y del vicepresidente ejecutivo de Barrick Gold, Vincent Borg, para esta entrevista.

Le pregunto sobre las controversias locales que ha provocado la gestión inicial de la Barrick Gold en nuestro país, los comentarios en la prensa, los innumerables artículos de opinión publicados, el frente que les montó Alvaro Arvelo en el Gobierno de la Mañana y en el que el también controversial comentarista radial apodó a la empresa “Barriga Gorda”.

Regent, desde Canadá, no puede darse el lujo de no conocer estos antecedentes. “Ante todo, creo que hay grandes confusiones sobre la industria minera en general. Si ves lo que hace la industria y las contribuciones que logra en términos del desarrollo de las comunidades en países en vías de desarrollo, entonces ese desarrollo es impresionante”.

Y continúa diciendo: “En gran medida, tanto gobiernos como empresarios entienden lo que hacemos. Hay pocas industrias en el mundo que pueden tener tan profundo y significativo impacto en cómo viven las comunidades”.

En esta parte, estoy de acuerdo con Regent, pero no necesariamente en el sentido en que el ejecutivo de Barrick Gold aborda el tema. El hecho es que todo indica que Barrick Gold y el resto de sus contrapartes y competidores multinacionales, no parecen predicar con el ejemplo. Las contribuciones al desarrollo de las comunidades de trabajadores alrededor de las minas tienen mucho que ver con darles a lo que ellos no tienen y, por lo tanto, dejarlos deslumbrados con calles pavimentadas, escuelas, tendido eléctrico… pero, ¿qué pasa con los ríos contaminados de mercurio, el suelo marino donde se depositan desperdicios en la forma de rocas y desechos químicos? ¿Qué pasa con la salud de los trabajadores expuestos a altísimas temperaturas y a gases tóxicos?

Curiosamente, la industria minera no aborda, en ningún lugar del mundo, estos temas de manera abierta. “Hay organizaciones no gubernamentales que critican nuestra industria. Si vas a extraer el potencial económico de una región entonces creamos miles de empleos directos e indirectos, en este caso que serán tomados por dominicanos”, dice Regent.

Actualmente, Barrick Gold ha contratado a más de cien contratistas locales para cuyos trabajos iniciales ha invertido más de US$ 3 millones. “Nosotros limpiamos allí donde trabajamos, con lo cual contribuimos con el medioambiente. Damos educación y contribuimos con el desarrollo. Me siento orgulloso de lo que llevamos a esos países”, comenta.

“De hecho, la industria minera es una de las pocas herramientas para efectivamente luchar contra la pobreza del mundo”, dice Vincent Borg.

Hasta este momento todo va bien. Pero ante todo tengamos en cuenta lo siguiente: durante los últimos ocho años los precios del oro se han incrementado en un 235%. El oro, tradicionalmente uno de los metales más codiciados por la humanidad (su búsqueda originó la Quimera del Oro que provocó la formación del estado de California, a partir de 1848-1849; es el soporte sólido de economías y civilizaciones, el pilar que soporta la emisión de moneda e indica el nivel de riqueza y desarrollo de naciones, todo eso gracias a las elocuentes recomendaciones de Isaac Newton), en realidad tiene muy pocos fines prácticos fuera de los anteriormente citados y el de adornar el cuerpo de afluentes damas de la alta sociedad (desde tiempos inmemoriales, allá cuando los egipcios creían firmemente que los dioses eran de oro y que quien vestía con oro era inmortal), en lo que ha sido una tendencia histórica hacia la inversión en oro a los fines de obtener un poder casi mitológico. John Maynard Keynes lo llamó “la reliquia bárbara”. Una reliquia bárbara cuyo preció llegó de US$ 271 la onza en 2001 a US$ 1,073 en 2008. El resurgimiento en sus precios tiene muchas razones (los ataques terroristas del 11 de septiembre, entre otros tantos): como dice Peter L. Bernstein en “The Power of Gold”, “no está claro si nosotros tenemos al oro, o si el oro nos tiene a nosotros”.

¿Y los indios? En la India se consume oro en proporciones industriales, a nivel doméstico. Se trata de un elemento esencial de la complicada composición social: del comercio particular, de la concretización de matrimonios, del intercambio personal. En China, por otro lado, prefieren el oro que la plata o cualquier otro metal, como inversión imperecedera. Donde otros compran arte, los chinos y los indios compran oro.

Vuelvo con Regent: “Recientemente estuve en Tanzania, hablando con uno de nuestros tarbajadores, que comenzó como operario de mina. Hoy es superintendente y gana buen dinero. Sus hijos van a estudiar en Stanford University. Eso es lo que hace nuestro negocio. Otra, una mujer, está trabajando como operadora de equipos pesados y puede mantener a sus hijos gracias a nuestra fuente de trabajo”.

Entonces le digo que hay una percepción que desprestigia a la industria minera en todo el mundo, apoyada en un sinfín de testimonios y documentos sobre los efectos perniciosos que la industria del oro tiene sobre el medioambiente y las vidas de quienes en ella trabajan en los estratos más bajos de su jerarquía. Regent admite que hay un problema de relaciones públicas, de percepción generalizada. “Nos sentimos frustrados por esta situación. Nosotros no somos buenos promoviéndonos. No somos grandes mercadólogos. No somos Coca Cola”.

Viniendo de Regent, semejante admisión deja mucho que pensar.

Ahora bien, continúa el ejecutivo, discusión y el debate son buenos. La industria minera, dependiendo de dónde operas, tiene determinado nivel de influencia de los medios. Esto varía de un país a otro”. Y: “Este es un reto. Nuestra actitud es que, como empresa, somos un invitado en República Dominicana. Queremos ser bienvenidos y apreciados. Reconocemos que tenemos trabajo que hacer en términos de mejorar nuestra reputación. Allí y en todo el mundo”. Un dato importante: República Dominicana es la mayor inversión jamás realizada por Barrick Gold, lo cual nos da una idea aproximada del acopio de oro que hay en nuestro territorio, esperando que lo dejen en paz, o que lo despierten. Barrick Gold invertirá US$ 3 billones. En buen español, se trata de tres mil millones de dólares. “Es un mega proyecto. Es un gran reto para nosotros. Es una mina muy grande y será el ancla de nosotros en la región”, dice Regent, quien cita como segundo proyecto gigantesco el Pascua Lama, en Chile.

La entrada de Barrick Gold en República Dominicana se verifica cuando la empresa compra Placer Dome, la cual a su vez había invertido en Rosario Dominicana. “En la hoja de balance de Placer Dome este proyecto no era posible. Hay más de veinte millones de onzas en ese depósito. Es un depósito de calidad mundial e hicimos muchos estudios sobre República Dominicana, y estamos cómodos con las inversiones que hemos de hacer”, dice Regent.

La relación de Barrick Gold con el gobierno es, contrario a la que mantiene con los medios de comunicación, saludable. No sé por qué, pero la comunidad es otra cosa. Siempre se leen prebendas y sobornos, dinero por la izquierda y oscuras gestiones cuando se habla de negocios de este tipo. Pero el hecho es que Barrick Gold es parte de una industria altamente regulada, y sus acciones cotizan en la Bolsa de Valores de New York y Toronto. “En primer lugar”, dice Regent, “nosotros, en ningún lugar del mundo, incurrimos en esta práctica. Ninguno de nuestros empleados incurre en estas prácticas. Es parte de nuestros valores”.

Luego, en tono categórico: “En lo que se refiere a trabajar con gobiernos, tengo que decir que nosotros cotizamos en bolsas de valores, donde nos encontramos altamente regulados en contra de la corrupción. Se trata de legislaciones muy duras. Quien incurra en prácticas semejantes puede ir a prisión”. Dicho esto, y terminada la entrevista con Aaron Regent, CEO de Barrick Gold en todo el mundo, solo queda esperar lo que dicen los dioses de las montañas y los llanos de Pueblo Viejo, y que el sol comience a sudar.

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