lunes, 19 de julio de 2010

La verdadera cara de los Kirchner

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19/07/2010

El contundente rechazo por parte de Néstor y Cristina Kirchner a la restauración del 82% móvil para las jubilaciones mínimas y a la sanción de una nueva ley de protección de los glaciares igual a la vetada en el 2008, excusados en un discurso eminentemente noventista, ha puesto ha descubierto su verdadera cara ante la sociedad.

La crítica eminente por parte del gobierno K al conjunto de las fuerzas políticas de la oposición siempre estuvieron centradas en dos o tres conceptos que giran en torno una referencia ideológica: la “derecha”.



Es decir, construyendo una lógica de confrontación permanente e imperando la diferenciación amigo / enemigo, el kirchnerismo ha planteado su lógica de acción colectiva casi como si de una epopeya se tratara, tratando de interpelar la memoria de la sociedad con planteos similares a los del primer peronismo, donde el “enemigo” eran los “sectores de la derecha”, “del conservadurismo”, hoy representados por la mayoría de los medios de comunicación (“las corporaciones mediáticas”), las distintas expresiones de la ruralidad argentina (“el campo”), el Poder Judicial (“la corporación judicial”) y los partidos políticos de la oposición.



El concepto K que busca señalar y denunciar a la oposición como el “enemigo a vencer”, es decir, la derecha, se ha visto interpelada desde diferentes lugares y está sufriendo una profunda crisis hacia su interior (en términos políticos y epistemológicos) a partir de que no se ajusta a la nueva realidad política (donde el partido gobernante ha perdido la mayoría en el Congreso de la Nación, lo cual puede apreciarse especialmente en la Cámara de Diputados), a partir de una tenue consolidación de la capacidad política de la oposición de condicionar la agenda gubernamental por primera vez desde el 2003.



Existen dos claros ejemplos de esto que decimos.



En primer lugar, el rechazo contundente a restaurar el 82% móvil a las jubilaciones para elevar el haber mínimo a $1350 por parte del propio Néstor Kirchner da cuenta de la demagogia con la cual se maneja el gobierno, ya que mientras se jactan de “haber sido quienes más hicieron históricamente por los jubilados”, hoy se resisten a otorgar a un aumento a la clase pasiva y a recomponer sus haberes, a pesar de contar con los fondos necesarios en el ANSES para ello, escudados en la necesidad de mantener el “equilibrio financiero” del organismo, argumento que nos recuerda al mismísimo Domingo Cavallo como ministro de Economía de los ’90. Así las cosas, tampoco parecen importar las prioridades de inversión de dichos fondos públicos: préstamos a la multinacional General Motors o destinados al recambio de heladeras o bicicletas que después son muy difícil de encontrar en las tiendas y comercios especializados han sido algunos de los anuncios más festejados por el gobierno, como si se tratara de medidas de neto corte “nacional y popular”.

Observamos como se le cae la “careta” a un gobierno que gusta de definirse como “progresista”, pero apela a argumentos auténticamente neoliberales para excusarse sobre su negativa en torno a una de las grandes deudas de la sociedad argentina: la dignidad de nuestros mayores.



Párrafo aparte nos merece la reunión de la presidente Cristina Kirchner con el titular de la multinacional minera Barrick Gold, responsable de uno de los emprendimientos más cuestionados de los últimos tiempos en nuestro país, saquea nuestros recursos naturales, contamina el suelo y el agua de manera espantosa y que, a pesar de tener ganancias extraordinarias, cuentan con alevosas exenciones impositivas. Gracias a las leyes sancionadas durante los ’90 –más que permisivas- y que el gobierno nunca se preocupó en modificar mientras tuvo la mayoría parlamentaria, la Argentina se transformó en una especie de “vedette” para todas las corporaciones cuyas actividades están prohibidas en otros países y llegan aquí con promesas de trabajo y prosperidad. Justamente, hace algunas semanas trascendió que el Parlamento europeo impidió a todos sus países miembros la explotación minera con cianuro, mientras que en las provincias del noroeste argentino esto es moneda corriente.

Una vez más, vemos como la fuerza de los hechos habla por sí misma, y la mentira escandalosa como mecanismo de acción no tiene límites en el mundo K: quienes hace algunos años exaltaron la lucha del pueblo de Gualeguaychú al punto de declararla “causa nacional”, son los mismos que, todo este tiempo, han venido avalando y siendo cómplices de la actividad minera que daña profundamente nuestros ecosistemas y pone en riesgo la vida de la población, al punto de promoverla a través de espurios acuerdos financieros, realizados a espaldas de la gente y en beneficio de unos pocos.



(*) El autor es estudiante avanzado de la Licenciatura en Ciencia Política (FTS – UNER)
Titular de la juventud Coalición Cívica AR

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